Movimiento final de la 8ª sinfonía o sinfonía de los mil- nunca nadie congregó a tantos músicos, 850 cantantes y 171 instrumentistas, durante tanto tiempo, 85 minutos-, con letra del Fausto II: este es el final cantado por el llamado Coro místico, que dice así:
"Todo lo transitorio es un simple reflejo
todo lo defectuoso encuentra aquí su perfección
lo enigmático se hace aquí realidad
El eterno femenino nos impulsa".
Sí, es la Concertgebouw y desde el mismo Concertgebouw, y la dirige ese gran místico, ese gran mago que es Haitink. Escribe Eugenio Trías en el Canto de las sirenas: " Ése es el futuro escatológico que Goethe, y Mahler con él, nos proponen, de manera que en esa alquimia de la resurrección cuanto existe y acontece se transmuta al fin en símbolo, espiritualizándose toda criatura singular en esa ascensión irresistible que provoca lo eterno femenino, o la Belleza que eternamente nos arrebata y arrastra".
Y mucho mejor visto por el director y compositor Leonard Berstein: "Usted ya sabe que Freud analizó a Mahler durante dos horas en Holanda, en 1910 ... Bueno, es absurdo decir que le analizó,¡ en solo dos horas! Pero, sin embargo, Freud sí captó algo profundsimo de la personalidad de Mahler, el "complejo de María"; su madre se llamaba María, él mismo se había casado con una mujer cuyo nombre completo era Alma María, todas las mujeres a las que había amado también tenían la palabra María en su nombre ... Y en ese final de la Octava sinfonía él se va a dirigir a María, la Virgen ... "Reina Madre, Virgen hermosísima", dice el texto; por eso la música se vuelve tan inmensamente tierna, dulce, emotiva ... Porque es la Virgen quien llama a Fausto a su lado, quien le hace subir a los cielos y le redime el contrato con el infierno ... y ahí está el niño hebreo llamando a María, a su madre, recobrando la infancia, que va a subir por fin a los cielos , a la recompensa, a la promesa, por medio de la Virgen, de la Madre de Cristo ... Mahler está dando a un conflicto, un tema particularmente judío, una solución crisitiana."
Sin embargo, tras la extensa partitura, Mahler solo puso- y solo lo haría una vez en su vida- una dedicatoria: "La primera inspiración, guardada para mi Almschl, Spiritu Creator- 1906" (Almsch es el diminutivo austrico de Alma. Del mismo modo que, el año que viene por estas fechas (18 de mayo) conmemoraremos los cien años de esas sus últimas palabras, también con el diminutivo austriaco, que lanzó a los presentes entre estertóres: Mozartl, Mozartl !!)
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