lunes, 15 de octubre de 2012

De símbolos y naciones.


¿Por qué, aunque me indignen cosas como las que en esta foto se representan…




nunca haría esto que en esta otra más pequeña se puede ver?




He escogido la primera de las imágenes con un poco de trampa. En apariencia, todo español al que no le interese mucho la Historia, no verá en ella nada más que un acto simbólico de carácter institucional. Acertará si piensa que es la Diada, aunque podría ser una fiesta valenciana, mallorquina o aragonesa, pues sus banderas son semejantes. Pero sí, es la Diada de Catalunya.

Hay un arco al fondo que es el Arc del Triomfo de Barcelona, y unos señores con unos trajes de época no excesivamente castrenses. Es el traje de ceremonia de los Mossos de Esquadra. Hay público. En apariencia no hay contradicción. Y tal vez tampoco en lo esencial, porque quién le va a decir a una comunidad autónoma cuáles tienen que ser sus símbolos. La contradicción es histórica.

La Diada de Catalunya es la conmemoración de la derrota de Barcelona tras un largo asedio por parte de las tropas de Felipe V de Borbón. Tras esa derrota, solo Mallorca quedó en pie en su defensa del linaje de los Austrias, y no por mucho tiempo.

No vamos a entrar ahora en la discusión sobre las guerras de sucesión de la Monarquía española, que no sólo se dieron en la península sino en toda Europa. Aceptemos que los catalanes tienen como símbolo una derrota y que, ellos, en cuanto  “Pueblo” se sentían más cómodos con el linaje de los Austrias.

Nótese que, si bien los defensores de los Austrias estaban repartidos por toda la península, por ejemplo en Toledo, no es menos cierto que lo que hoy el pancatalanismo llama “Paisös Catalans”, esto es, Cataluña, Valencia, Baleares y un trozo de Francia y otro de Murcia, junto con Aragón, vendrían a ser las zonas de mayor apoyo al Archiduque Carlos, ya que este tenía una visión más descentralizada de sus dominios españoles, al contrario que el borbón, que la tenía más centralizadora. O sea, que aceptemos que ese es uno de los quicios en los que se apoya el nacionalismo catalán más común.

Después de la derrota, Felipe V derogaría los fueros de las regiones que no lo apoyaron—manteniendo los de Vacongadas y Navarra, que sí que le fueron fieles—. Los catalanes y Felipe V acabarían entendiéndose de alguna manera. Dejemos por un momento el asunto de la guerra de Sucesión, que no de “secesión”, para centrarnos en la “posguerra de Sucesión”.

Durante ésta, había en la región gran inseguridad. La población todavía seguía armada. Había bandolerismo y contrabando. Pero sobre todo lo que aún quedaba bastaste eran “austracistas”, esto es, partidarios, muchos armados, del Archiduque Carlos, los cuales ya comenzaban, al parecer, a ser minoritarios.

Pues bien, justo al terminar la guerra se organizan patrullas armadas ciudadanas cuyo principal cometido es la persecución y ajusticiamiento de los austracistas resistentes. En 1721 se institucionaliza el asunto y se ponen al servicio del “Corregidor”, pues ya el Decreto de Nueva Planta ha calcado las instituciones castellanas en Cataluña. Continuarán su cometido hasta cumplirlo y se encargarán de perseguir entonces a los contrabandistas y a los bandoleros.

"La llarga història del cos de Mossos d'Esquadra, que es remunta a la seva fundació a principis del segle XVIII, ha passat per moltes vicissituds. En un principi les Escuadres de Catalunyanomés eren escamots per perseguir les últimes resistències austriacistes i els bandolers (quan no eren una mateixa cosa)". (Wikipedia en catalán).

O sea que lo que vemos en la foto tiene eso de contradicción. Si los que se ven en la foto, el público y fuerzas vivas que están sentados, expresan demasiado su “nostalgia austracista”, que, aunque parezca el colmo, parece ser uno de los pilares fuertes del nacionalismo catalán, podría darse el caso de que los mossos, cuyo origen es— como puede verse— precisamente anti-austracista o borbónico, se lanzaran éstos, con sus bellos trajes, a dar porrazos al público.

Pero eso no pasará, porque está amalgamado por el material del que está hecho el sueño nacionalista, esto es, la mentira, o cuanto menos exageración.


Post scriptum:
En la segunda foto vemos arder la estelada. ¿Por qué no me parece bien eso, aunque esté harto del lío éste de los independentistas— que no de Cataluña y de todas las maravillas que la engalanan, empezando por la propia lengua, que es una delicia? La foto parece estar tomada de un vídeo en Palma de Mallorca. Allí queman la  estelada porque los nacionalistas mallorquines contrarios al pancatalanismo consideran que ese es el símbolo del “imperialismo catalán”, como cuando se extendió en el Camp Nou el símbolo de los Paisös Catalans.

En general no hay que quemar cosas y menos donde haya concurrencia de gente. Es un peligro. ¿Qué culpa tiene la bandera de Cuba y la del Reino de Aragón- y en muchos sentidos, de España- de que un demente las juntara para dar a luz ese estrafalario y horrible símbolo que es la estelada? Es cierto que desde finales del XIX y gran parte del XX, como no tenían internet ni twitter, a muchos europeos les daba por inventarse extrañas banderas, y es verdad que tras ellas ha ido mucha gente directa a la muerte. No es razón suficiente, ni esa ni la del antipancatalanismo, para quemar una bandera del balcón de un edificio público. 





domingo, 30 de septiembre de 2012

CUANDO LA REALIDAD SPOILEA (JODE).




Casi todos mis allegados saben que estoy escribiendo una novela, con su planteamiento, nudo y desenlace. Es más, casi todos ellos saben que si nos reunimos yo hago porque se hable de mi futuro libro, y hablo de él antes de que esté escrito y acabo entonces con aquel adagio de “yo he venido a hablar de mi (futuro) libro(¡)”. Un libro nonato que, si viene al caso, es porque la realidad me lo ha “spoileado” o “espoileado” , esto es, ha contado cosas relevantes de la trama, concretamente, el final. Concretamente de un final que debía producirse más o menos ahora (comienza en el 15m y acaba algo más de un año después). Menos mal que lleva al menos dos tramas paralelas, como el Reguerón y el Segura- he de confesar que mi novela es costumbrista, en cierto modo-, y que la importante no me la ha spoileao.

Pero sí. Hay testigos de que el desenlace de mi novela se produce en plena riada del Reguerón, y que yo ya había ido reuniendo información en torno al campo léxico asociativo de ríos, ramblas y caudales. Incluso información directa, hablando con personas que recuerdan la riada del 73, o bien en libros acerca de la brutal riada de Santa Teresa (mil muertos). Vamos que si no me hice de “amigos del Guadalentín/Reguerón” es porque no existe tal club.  Es vasto- y pintoresco- el léxico de las canalizaciones en Murcia. Pero, vamos, que si me dedico a ello no es por afán costumbrista tipo cañas y barro, sino más bien en homenaje al maestro Faulkner, entusiasmado por las riadas, en su caso del Misisispi.

Probada mi capacidad oracular, algunos de mis allegados, sabedores de que mi próxima novela- de la cual también hablo mucho sin haber terminado la primera – tiene como telón de fondo las secuelas de una brutal tormenta solar, me dicen que no la escriba.

La única ventaja de que el final de mi novela se haya materializado es que me ha hecho cambiar bastantes cosas relativas al curso de los acontecimientos en una catástrofe que se ha cobrado ya diez vidas- esa es la parte terrible. No hay que ser muy pesimista, ni muy futurólogo, para saber que estamos a merced de los elementos, naturales y políticos.