domingo, 13 de septiembre de 2009

Sobre el Anticristo de Lars Von Trier.

En mi pequeña biblioteca hay títulos de lo más variopinto. Conviven en ella los de temática materialista, los de temática existencialista y los que no se definen así, que son la gran mayoría. La biblioteca ha sido reunida hace pocos días en una estantería de más de dos metros de altura, pero no más de un metro y algo de anchura. No he ordenado los volúmenes en razón de su temática- si acaso he juntado los de arte, que suelen ser más altos, siendo ese el verdadero criterio de su orden: el tamaño.


Sin ser un bibliólatra o bibliófilo- o quizá por tal condición -, me gusta pasar, sin reverencias, por delante de la estantería- que está en el pasillo.  La he sacado del salón para no verla, aunque antes la evacuara de la casa por un fallido conato de desahucio que he conseguido detener. Tras la restitución, la estantería ha quedado de camino al cuarto de baño. Así que, cuando el tiempo me lo permite, cojo sin pensármelo mucho cualquiera de esos libros. Lo que desconocemos es hasta qué punto es ese “sin pensármelo mucho” una frase cierta, una expresión meditada. Podría coger esos libros al azar, pero sé que no es al azar. Ni es una causalidad. Alguien podría argumentar que tanto el azar como el no azar, la acausalidad como su contrario, son cosas que hay que trabajárselas, esto es, que el cerebro mismo sabe cómo encontrarlas. A veces, el cerebro se usa de una herramienta fundamental para este fin: la Fe. En otras usa su razón hasta el límite. Ni la una ni la otra excluyen la duda.


Separemos, pues, mente de cerebro- alma o espíritu de neocortex. Mi mente afirma en este momento que existe una clarísima causalidad en el hecho que ha tenido lugar esta mañana después de acabar de ver el Anticristo de Lars Von Trier, que empecé a verla anoche. Pero mi mente, que no es tan tonta, cree que esa causalidad es explicable argumentos contundentes y simples: podemos hallar una relación entre la visión de la película y el libro que he cogido “sin pensármelo mucho” cuando iba, como cada mañana que tengo tiempo, al cuarto de baño a leer. La relación es simple: has cogido El concepto de la Angustia de Kierkegaard por esto: 


1. Von Trier es danés, como Kierkegaard

2.  Von Trier puede, por tanto, haber pasado por una crisis aguda de Angustia, algo tremendamente danés. Por eso se dice que el script de El Anticristo fue realizado en condiciones de depresión.

3.  Sería muy atrevido afirmar que Von Trier no ha leído alguna vez ese libro; es probable que lo haya hecho.


Todo esto, sin embargo, mi mente no lo ha percibido, no lo ha relacionado cuando se ha producido el hecho. Ha sido todo muy rápido. He acabado con la media hora que le quedaba a la película, pues como ya dije no quise terminarla anoche, porque sabía que ese tramo del rollo sería el más peliagudo, y porque sé aquello de que “nox et solitudo, plenae diabolo sunt”. Nunca he visto una película del señor Von Trier pero creo que ninguna de las anteriores puede superar a ésta. Por supuesto, ha sido mejor verla en mala calidad, porque con sonido e imagen de mucha calidad hubiera temido asustarme.


Pero vean hasta qué punto puedo ser yo el menos recomendado para escribir todo esto: ni conozco a Von Trier, ni el tema satánico me atrae, ni, y esto si es más grave, como verán, no he terminado nunca de leer El concepto de la angustia. A mi me llamaba la atención la frase del trailer: la naturaleza es el templo de Satán. Y es cierto que la película habla de eso, pero menos de lo que pudiera imaginarse. La protagonista (Charlotte Gainsbourgh) cree que la mujer no tiene voluntad, sino que depende de la Naturaleza.


Parece estar claro que Von Trier ha ido muy lejos relacionado el mal con la naturaleza y con la mujer. Pero el personaje de W. Daffoe le dice a su esposa y paciente en un determinado momento: “no me refiero a (tu temor a ) la Naturaleza exterior, sino a la Naturaleza interior”. No es nada del otro mundo: para todo cristianismo el mal es, en alguna medida, lo corpóreo, y, en nuestros tiempos, el interior también es corpóreo. El mal es el instinto, la partes profundas del cerebro, comunes a otros animales, en su pugna contra el neocortex. Por tanto, el personaje de Daffoe, acaso Adán dentro del film, también puede ser el Mal. Porque es palpable, y Von Trier deja esa puerta abierta, que el espectador tiene que decidir quién es el malo de la película. Y elevarlo a categoría: definirse en la guerra de los sexos, no ya (sólo) por uno de los bandos, sino decidirse a creer o no en la guerra de los sexos.Pero nada es muy simple en esta película, ningún detalle es baladí. 


¿Qué es para Kierkegaard lo demoniaco? La relación del film con el mito del pecado de Adán no es nuestro asunto ahora- ni algo que sirva de momento para entender la película. Kierkegaard escribe sobre eso en la primera parte de El concepto de la angustia. Parte que yo he leído pero no puedo asegurar haber entendido bien. Pero el Hado, o el mismo demonio, me tenía preparada la sorpresa esta apacible mañana de domingo. Retomo, pues, el hilo de Mi Historia.


El libro en cuestión tiene vestigios de lectura (subrayados, anotaciones) hasta la página 185, luego, he de suponer que por ahí fue por donde me quedé. Tampoco, hasta hoy, había considerado a este libro como uno de los mejores del escritor danés. Esta mañana, recién acabado el visionado del film, me dirijo al baño y  la mano se me va, literalmente, como poseída, a coger el volúmen, que es edición de bolisllo y no está muy a la vista, sino entre otros igual de pequeños.


Me siento y abro el libro exactamente por la página 219, a la que no he llegado. Además no recuerdo haberla leído ni de pasada. El epígrafe es muy sucinto, y como todos los que se reúnen en el libro, trata acerca de un tipo o una fase de la Angustia. Este en cuestión es: “Lo demoniaco es ensimismamiento y apertura involuntaria”. De todos los parágrafos del libro, y de todos los libros de mi estantería, ninguno se acerca tanto al tema del film como éste. En el que podemos leer, aparte del término mismo de demoniaco, que según creo, se empieza a divisar solo al final del libro. En la página 210 tenemos el apartado en el que se enmarca el otro subapartado: “La angustia ante el Bien (lo demoniaco)”, que a su vez se integra en el capítulo dedicado a “La angustia del pecado o la angustia como consecuencia del pecado en el individuo”.


Todos estos temas tienen, sin duda, que ver con la película. Aparte de la coincidencia que se me ha servido esta mañana, no es mi intención otra que establecer una relación seria entre el libro y la película. Una relación cercana, no rebuscada. Y la tiene porque la película contiene todos sus términos: la Caída, el pecado original y el pecado en particular de cada uno de los dos personajes. Ahora, yo creo que la película se centra más directamente en la aparición de lo demoniaco, en la consumación del pecado concreto, que en el pecado común, el original. Por supuesto, aquél viene de éste. La Mujer del film se conduce por una escalera del pecado, se deja arrastrar por Satán. ¿Por qué? Porque su marido es incapaz de salvarla mediante la terapia, y da la impresión de que esa terapia  se torna demoniaca también.


Lo demoniaco aparecerá con su total fuerza en el momento en que Ella acepta una apertura involuntaria, como reza el apartado de El concepto, para salir de su ensimismamiento, producido por la conciencia del pecado más brutal de los que ha cometido, que no es sino la presencia del demonio que la conduce tranquilamente hacia la consumación del pecado para quedar presa para siempre en lo demoniaco. La pelicula refleja las diferentes fases de la obsesión: la progresiva toma de conciencia de la protagonista de la maldad que ha realizado- y de la que el espectador tendrá conciencia al tiempo que el protagonista la vaya descubriendo en su verdadera dimensión. En un primer momento La protagonista quiere salir de la tristeza, pero sólo acepta que la saquen desde fuera. Que su marido se convierta en su terapeuta podría indica que quiere salir ella misma por medio de él, que forma más parte de sí que cualquier otro terapeuta.


Citemos El concepto de la angustia: página 211 de la edición de Alianza Ed:


Página 215:


“El tratamiento inicial ha sido el corriente, polvos y píldoras (...), el paciente ha sido internado para que los demás no se amedrenten”:


“Lo demoniaco es angustia ante el Bien”. (El resto de seres humanos son pecadores pero su angustia es ante el Mal).


En la 225:


“Los conflictos de la clausura ensimismada, al tratar de abrirse, pueden ser a su vez infinitamente diversos y revestir los más varios matices. Porque la exuberancia vegetativa de la vida espiritual no es menor que la de la naturaleza, y la diversidad de situaciones espiriutales en aún mayor que la de las mismas flores. Por lo pronto, el ensimismado puede tener el deseo de que su calusura se le abra desde fuera, cono si éste fuese un hecho que le acontece, estando él totalmente pasivo”.


Página 227: “Lo que el ensimismado oculta en su clausura puede ser tan espantoso que no se atreva a manifestarlo a nadie, ni siquiera a sí mismo”.


Y en la misma página:


“El criterio decisivo sobre si el fenómeno es o no es demoníaco nos lo dará la posición que el individuo mantenga respecto de la apertura, es decir, si quiere o no quiere penetrar y asumir con toda su libertad aquel hecho funesto”. Se refiere al pecado concreto no al abstracto y legendario.



En fin, que la película no trata tanto del concepto de pecado original, aunque el argumento remita a ello, sino a la imposibilidad de curar por medios terapeúticos un mal demoniaco- toda vez que la paciente asume la necesidad del "ginocidio" cuando, en realidad, ella pretendía demostrar lo contrario: lo bárbaro de la quema de brujas. No hay cura posible y se acaba con la cremación de, en este caso, la endemoniada. Y a como la conciencia del pecado es común al paciente y al terapeuta. Angustiosas experiencias que acaso son las del propio director.






 


2 comentarios:

ayO dijo...

Magnifico análisis comparativo entre estas dos obras.
No he leido ni uno ni he visto la otra pero me han entrado ganas.
Por cierto, la obra de Von Trier es muy buena. Si te gsta Bergmann, aunque no tiene nada que ver, te gustará. Muy recomendable.

Un saludo y me alegro que esto tenga vida de nuevo.

waco de porres dijo...

Reitero los comentarios de mi compañero Ayo, intentaré ver la pelicula en mala calidad, lo del libro ya se verá, pero si no lo has llegado a leer entero tu, me parece que va a estar chunga la cosa.

waco de porres.