martes, 12 de agosto de 2008

CENTENARIO MESSIAEN



En 1908 nació en Avignon Olivier Messiaen, hijo de poetisa y profesor de inglés.  Nosotros, sin embargo, hemos elegido como ilustración de estas modestas líneas una foto de su tumba, un bello diseño de su segunda esposa, la pianista Yvonne Loriod. Su más celebrada obra Cuarteto para el fin de los tiempos fue compuesta y estrenada en un campo de concentración nazi tras ser apresado en la Batalla de Francia. Sobran las palabras respecto a esa obra, y creo que, de momento, sobre su vida. En wikipedia encontramos un estupendo artículo sobre el músico. Vayamos entonces a las líneas básicas que conforman el sentido de su arte. Estas son Dios (Jesucristo) y la Naturaleza (los pájaros).

 

Más que de líneas deberíamos haber dicho pilares. Aunque haya un trasfondo de teología natural en la manifestación religiosa de su arte, lo cierto es que fue un verdadero militante del catolicismo. Por otro lado, su amor por la naturaleza tampoco quedo en un vago afecto a la Pachamama: estudio ornitología.

 

Antes de nada, lo mejor es que el amable lector vaya cargando aquí alguna de las muchas obras que encontramos en youtube. Después, si quiere que vuelva a este pequeño homenaje al maestro francés. Tal vez ya empiece a ser surtir efecto el efecto Messiaen y quiera, cada cual, construir el suyo propio.

 

Lo primero que llama la atención, así fue en mi caso, son los nombres de las obras: campanas de angustia y lágrimas de adios; Turangalila; cuarteto para el fin de los tiempos; la merla negra; catálogo de pájaros; los cuerpos gloriosos; veinte recuerdos del niño Jesús; aparición de la iglesia eterna; la transfiguración de nuestro señor Jesucristo; etc. Son títulos que llaman la atención: ¿qué hace un compositor de vanguardia en el París de los sesenta componiendo himnos a la iglesia eterna y tocando el órgano en una iglesia de París? Maestro de Stockhaussen, Boulez, Xenakis, conocedor de las tradiciones musicales orientales y griegas, continuador de Debussy, experto conocedor de los cantos de los pájaros de Francia y del mundo entero, con cuyas escalas, sumado a cierto poder sinestésico, nutría su personalísimo estilo, … y sin embargo, alejado de las ideologías dominantes, el era feliz sólo tocando el órgano e improvisar en la Iglesia de la Santa Trinidad de Paris, o, beatus ille, en su casa de los Alpes. Amaba, como su admirado San Francisco de Asís, la vida tranquila, contemplativa … y proselitista del mensaje de Cristo.

 

Para los paganizantes posmodernos actuales, entre los que me encuentro, no sé si para bien o para mal, todo esto sorprenderá un poco. También les sorprendería a los comunistas parisinos de entonces.  Mi defensa de Messiaen es absoluta y me sorprende que en El canto de las sirenas de Eugenio Trias no aparezca ni en el índice onomástico. Su música, especialmente, los preludios de piano llevan al espíritu a la contemplación de algo que parece divino. No es menos cierto que la carga programática de los títulos (quiero decir, la intención de llevar hechos e ideas concretas a la partitura y al abstracto mundo sonoro) podría estar engañándonos sutilmente. En mi opinión no es así. Los títulos de sus canciones solo nos dan la pista (histórica, si se quiere) del profundo misterio que revelan.

 

En sus propias palabras, que cito de memoria, Messiaen pretendía “mostrar los colores hacia los ciegos y llevar los cantos de los pájaros a los que viven en las ciudades”.

PATETISMO Y ARTE (II): SHOSTAKOVICH

Dentro de este apartado había pensado hacer un análisis, en primer lugar, de algunas obras de origen ruso. La de más evidente relación la dejaremos para después- me refiero a la Sinfonía “patética” del gran Tchaikovski-; nos centraremos ahora en otro músico ruso en cuyas obras, y esto quizá es muy subjetivo, encontramos momentos de excelso patetismo. Me refiero a Dimitri Shostakovich. Personalmente creo que el primer movimiento de su 8ª Sinfonía es puro patetismo y llega a ser brutalmente conmovedor (uso de los contrastes fuertes entre bajos y agudos, contrastes también en los tempos, tonalidades sombrías, etc.) Recomiendo, pues, que se oiga esa sinfonía, cuyo tercer movimiento es la famosa música de Acorazado Potemkim. La parte más “patética”, en mi opinión, es justo en la mitad del primer movimiento (en el video del anterior link el movimiento está incompleto), cuando la caja empieza a golpear. A poder ser, elija una versión en la que esté presente quien fuera su amigo personal Rostropovich.

 

Buscando en Youtube he encontrado un documental subtitulado muy interesante en el que se desarrolla todo el asunto. Le he echado un vistazo y creo que es plenamente recomendable para conocer cuál era la causa de ese patetismo, de esa ocasional vehemencia y de la constante expresión de la melancolía, la tristeza y el miedo. He leído un par de libros sobre este músico ruso, pero recomiendo vivamente “Shotakovich, el arte amordazado por la autoridad”, de Bernd Feuchtner (Turner), porque es imprescindible para conocer el drama personal de algunos músicos rusos, y no solo rusos, (un drama que dio excelentes obras- sería estúpido condenar esas obras por haber sido “paridas” en medio del estalinismo, circunstancia brutal ésta que convierte a dichos compositores rusos- Shotakovich y Prokofiev, especialmente- en hábiles e inteligentes opositores al régimen, que aprendieron a hablar un doble lenguaje, cuando de palabras se trataba, pero que llegaron a desconcertar y a ser molestos con la dictadura rusa.

 

Por poner un ejemplo de esta habilidad: Shostakóvich tituló a su Cuarteto nº8: oda al compositor de esta obra. Es decir, hizo una obra dedicada a sí mismo. Le prohibieron tal nombre, le cambió el nombre por el de Oda a las victimas del fascismo. No cabe duda que al fascismo que se refería era al que le tocaba sufrir en carne propia. Cuentan sus hijos que cuando “se le ofreció” ser diputado del Soviet Supremo, para lo cual debía ser miembro del Partido, pensó seriamente en suicidarse. El tema melódico del famoso cuarteto nº 8- no confundir con la sinfonía que antes recomendaba- es una repetición de una melodía cuyas notas son la equivalencia- algo que solía hacer J. S. Bach-  de las iniciales de su nombre D D Sch, que se repiten machaconamente en un ritmo aluncinante (es un 11/8 en el II movimiento). Con lo cual, para la posteridad pudo dejar una obra dedicada a sí mismo como victima del fascismo.

 

Aquí tienen los links con el documental del que les hablé y que me parece muy bien realizado, especialmente, la  reconstrucción de la famosa escena cuando Stalin se va de una representación de Lady Macbeth. Creo que al día siguiente fue escrito en Pravda el famoso artículo llamado “Caos en vez de música”, que sirve para que veamos el absoluto conservadurismo al que llegaron los progresistas soviéticos.

 

Parece que me extendido demasiado, y quizá he enfocado mal el tema, al dejar a Shostakovich como hombre patético, aunque fuera en el buen sentido de la palabra, cuando este músico merecería capitulo aparte. Pero he de decir que es ésta la faceta que más me impresiona de este compositor, quien, por lo demás, también triunfó como un gran compositor de obras humorísticas y de carácter popular.  Su faceta patética, apasionada; su imagen taciturna, pensativa; su música subjetiva y existencialista, que mantuvo a raya al concepto objetivista y de masas que  pretendían los comisarios políticos de la Asociación de Compositores. 

PATETISMO Y ARTE (I).

Como muchas otras palabras, la palabra que hoy tratamos ha perdido su verdadero significado en su derivación vulgar. Lo interesante no es despreciar su sentido más extendido sino conocer su procedencia y aventurar alguna hipótesis sobre su uso espurio.

 

Según el DRAE, patético es aquello que es capaz de mover y agitar el ánimo infundiéndole afectos vehementes, y con particularidad dolor, tristeza o melancolía, y esa es su única entrada. Sólo se me ocurre que, desde alguna posición ignorada, como crítica popular al romanticismo, o más concretamente al decadentismo-,   o, cerrando un poco más el círculo,  como crítica a la afectación de algunos, se termina usando la palabra como adjetivo para quien, según la definición que hemos leído,  parece acusar cierto romanticismo, cierto decadentismo o, meramente, afectación. He ahí posible causa.

 

Pero no. Cuando decimos “eres patético”, nos vale como insulto más o menos leve, según el tono y la ocasión. Y, en mi opinión, este uso es equivocado; no sirve y no justifica nada la equivalencia del párrafo anterior. Según el Diccionario ideoconstructivo de Ciencia del Lenguaje y Arte del Estilo de Martín Alonso (Aguilar) : patético vale por conmovedor, emocionante, emotivo, emocional, afectivo, dramático, impresionante, sensible, interior, hondo, apasionado. Por lo tanto, creo que ninguno de esos adjetivos puede tener, casi en ningún caso, un uso despectivo. Porque suponemos que quien es patético no es solo un afectado, ni llega a ser un histriónico, quiero decir que si alguien puede llegar a ser patético lo será de modo sincero y no para mostrar una imagen extraña y, por eso, atractiva, pero fácilmente desmontable.

 

Si no me equivoco, patético viene del pathos de los griegos, que tiene un uso, entre otros, que alude a la pasión o al dolor, y existe el correspondiente uso verbal. En ese sentido, podríamos admitir que al decir “eres patético” estamos diciendo que sufres, ergo, eres un desgraciado. Esta es la única salida que veo al asunto. Está claro que habría, al menos para los cristianos, algún argumento en contra de banalizar lo patético todavía, pues el cristianismo ensalza el sufrimiento (la Pasión—pathos, patético) del mismo hijo de Dios, y, por ende, valora el sufrimiento terrenal del individuo ...