martes, 12 de agosto de 2008

PATETISMO Y ARTE (II): SHOSTAKOVICH

Dentro de este apartado había pensado hacer un análisis, en primer lugar, de algunas obras de origen ruso. La de más evidente relación la dejaremos para después- me refiero a la Sinfonía “patética” del gran Tchaikovski-; nos centraremos ahora en otro músico ruso en cuyas obras, y esto quizá es muy subjetivo, encontramos momentos de excelso patetismo. Me refiero a Dimitri Shostakovich. Personalmente creo que el primer movimiento de su 8ª Sinfonía es puro patetismo y llega a ser brutalmente conmovedor (uso de los contrastes fuertes entre bajos y agudos, contrastes también en los tempos, tonalidades sombrías, etc.) Recomiendo, pues, que se oiga esa sinfonía, cuyo tercer movimiento es la famosa música de Acorazado Potemkim. La parte más “patética”, en mi opinión, es justo en la mitad del primer movimiento (en el video del anterior link el movimiento está incompleto), cuando la caja empieza a golpear. A poder ser, elija una versión en la que esté presente quien fuera su amigo personal Rostropovich.

 

Buscando en Youtube he encontrado un documental subtitulado muy interesante en el que se desarrolla todo el asunto. Le he echado un vistazo y creo que es plenamente recomendable para conocer cuál era la causa de ese patetismo, de esa ocasional vehemencia y de la constante expresión de la melancolía, la tristeza y el miedo. He leído un par de libros sobre este músico ruso, pero recomiendo vivamente “Shotakovich, el arte amordazado por la autoridad”, de Bernd Feuchtner (Turner), porque es imprescindible para conocer el drama personal de algunos músicos rusos, y no solo rusos, (un drama que dio excelentes obras- sería estúpido condenar esas obras por haber sido “paridas” en medio del estalinismo, circunstancia brutal ésta que convierte a dichos compositores rusos- Shotakovich y Prokofiev, especialmente- en hábiles e inteligentes opositores al régimen, que aprendieron a hablar un doble lenguaje, cuando de palabras se trataba, pero que llegaron a desconcertar y a ser molestos con la dictadura rusa.

 

Por poner un ejemplo de esta habilidad: Shostakóvich tituló a su Cuarteto nº8: oda al compositor de esta obra. Es decir, hizo una obra dedicada a sí mismo. Le prohibieron tal nombre, le cambió el nombre por el de Oda a las victimas del fascismo. No cabe duda que al fascismo que se refería era al que le tocaba sufrir en carne propia. Cuentan sus hijos que cuando “se le ofreció” ser diputado del Soviet Supremo, para lo cual debía ser miembro del Partido, pensó seriamente en suicidarse. El tema melódico del famoso cuarteto nº 8- no confundir con la sinfonía que antes recomendaba- es una repetición de una melodía cuyas notas son la equivalencia- algo que solía hacer J. S. Bach-  de las iniciales de su nombre D D Sch, que se repiten machaconamente en un ritmo aluncinante (es un 11/8 en el II movimiento). Con lo cual, para la posteridad pudo dejar una obra dedicada a sí mismo como victima del fascismo.

 

Aquí tienen los links con el documental del que les hablé y que me parece muy bien realizado, especialmente, la  reconstrucción de la famosa escena cuando Stalin se va de una representación de Lady Macbeth. Creo que al día siguiente fue escrito en Pravda el famoso artículo llamado “Caos en vez de música”, que sirve para que veamos el absoluto conservadurismo al que llegaron los progresistas soviéticos.

 

Parece que me extendido demasiado, y quizá he enfocado mal el tema, al dejar a Shostakovich como hombre patético, aunque fuera en el buen sentido de la palabra, cuando este músico merecería capitulo aparte. Pero he de decir que es ésta la faceta que más me impresiona de este compositor, quien, por lo demás, también triunfó como un gran compositor de obras humorísticas y de carácter popular.  Su faceta patética, apasionada; su imagen taciturna, pensativa; su música subjetiva y existencialista, que mantuvo a raya al concepto objetivista y de masas que  pretendían los comisarios políticos de la Asociación de Compositores. 

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