lunes, 8 de marzo de 2010

La Beyonce me da morbo


Pretendemos en este artículo reconducir el uso incorrecto bastante extendido de la palabra “morbo”, palabra que de por sí nos parece morbosa; su sonoridad parece conectar con lo que expresa. Está claro que morbo es enfermizo, enfermo, (se habla de obesidad mórbida, de morbidezza en italiano). Enfermo me pongo yo cuando oigo a una persona decir que tal otra “le da morbo”. En vista de que esa tal otra persona no padece enfermedad alguna y que además está “en edad de merecer”, y no sólo eso sino que además es atractiva, y es por esto que el primero se ha sentido atraído, no puedo comprender cómo ni por qué ha de emplearse la palabra “morbo”.

Concedámosle la posibilidad- nunca si objetivamente la persona a la que se refiere la expresión es un bombón, un auténtico primor -de que está empleando la expresión “da morbo” para puntualizar que, si bien esa tal otra persona no es totalmente de su agrado, no le importaría tener un “petite affaire” con ella. Dicho en otras palabras: quisiera practicar con ella sexo etológico y no sexo biológico (que es el que se practica con la intención de procrear). Pero precisamente en virtud de la íntima y subrepticia relación que existe entre los dos tipos de sexo o tal vez porque la otra tal persona oculta su relativa imperfección con el resplandor de otras cualidades, creemos que no es es afortunada la frase, puesto que no se aprecia atracción a lo morboso sino otro tipo de atracción o el grado y la especificidad en que tiene lugar la misma.


No vamos a considerar aquí que tipo de “parafilias” encajan en lo que denominamos atracción sexual a lo morboso, vale decir que esto último no es lo mismo que decir “atracción sexual morbosa”, pues está claro que toda atracción sexual a lo morboso, a lo enfermo, es una atracción sexual morbosa, pero no a la inversa.


Hablemos ahora de otros tipos de atracción morbosa. ¿Es un accidente de tráfico algo “morboso”? Se habla de “efecto morbo” cuando por ejemplo se producen atascos en los carriles de las autovías, tanto en el carril donde ha tenido lugar el accidente como en el carril de la dirección contraria, porque nuestra naturaleza curiosa quiere ver en qué situación se produce la muerte, que, entendida como enfermedad total o enfermedad última, puede suscitar una reacción de atracción a lo morboso, a lo enfermizo; la muerte no genera siempre un interés malsano; solo será morboso, enfermizo, si es un interés no meramente informativo- saber cómo es, en algún aspecto, la muerte: saber si puede llegar a ser bella -, si el sujeto  se siente atraído sexualmente o disfruta con la contemplación de la muerte, violenta o no, de otra persona.



Ese caso de placer morboso, en cuanto placer enfermizo, es el de algunos psicópatas, que disfrutan con el sufrimiento ajeno. En Tesis, de Fernando Amenábar, el morbo se contempla desde diferentes puntos de vista. Primero se muestra el insano placer del psicópata que disfruta haciendo sufrir y asesinando a personas. El asesino cree que es un placer y por tanto cree que acercando ese placer a los demás está haciéndoles un favor, está satisfaciendo su instinto morboso, poniendo a disposición de ellos las imágenes de la tortura y el asesinato.


Analizando las últimas escenas de la película observamos la reflexión del director sobre el morbo: cuando el bueno de la película (creo, pues hace muchos años que la ví) recibe el alta en el hospital, sale de la habitación y avanza por el pasillo. Siguen unos planos que suponemos muestran el punto de vista del protagonista a través de la cámara, que enfoca el interior de las habitaciones, que muchas veces están con la puerta abierta. En ellas, los pacientes contemplan absortos sus televisores, en los que precisamente se está dando la noticia del entramado de snap movies. Creo recordar que la periodista habla de la crudeza de las imágenes pero no recuerdo si dice que de alguna forma éstas van a ser mostradas. Con lo cual, el director parece decir que, en efecto, el asesino lleva razón, los espectadores desean verlo, pues todos seríamos, en alguna medida, psicópatas y todos tendríamos atracción morbosa a lo morboso.


Ahora, digo yo, cualquiera ha pasado por un pasillo de hospital, lo correcto es mirar hacia el frente, como lo normal es también que, si pasa un moribundo en camilla, lo contemplemos, no sé si con interés informativo, para saber cómo es cierto aspecto de la muerte, que inexorablemente nos espera (como en Un mundo feliz se lleva a los niños a que vean a los moribundos en los hospitales). No es tan normal ni tan correcto ir por el pasillo mirando en las habitaciones para ver si se nos ofrece alguna imagen morbosa (un enfermo terminal), que es lo que muestra Amenábar: el protagonista, que ha padecido el sadismo del psicópata, también es morboso, pues no abandona el hospital sin mirar dentro de las habitaciones para contemplar a los enfermos.


Aparte de estas consideraciones sobre el morbo, creo que frases como la que escuché a alguien otro día (“la Beyonce me da morbo”) son totalmente incorrectas y se emplean bastante a menudo. El deseo erótico que produce, en este caso, la cantante norteamericana no tiene nada que ver con el morbo sino todo lo contrario.


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