domingo, 12 de julio de 2009

La pesadilla, de Füssli

 


Para quienes padecemos con mayor o menor asiduidad ese estado de conciencia denominado "parálisis del sueño" este cuadro significa mucho. O bien su creador estaba sobradamente informado, o bien él mismo la sufría. La verdad es que no se por qué se le llama "parálisis del sueño", puesto que con ese nombre denominamos también, y más directamente, aquel estado en el que el cuerpo queda paralizado en su mayor parte, con el fin de que no nos movamos mientras estamos soñando. Imagínese que sueña con que un peligroso animal yace junto a usted en la cama. De no ser por la parálisis del sueño común, comenzaría a propinarle golpes, y podría ser su cónyuge quien los recibiera. Mientras dormimos tenemos que estar quietecitos- y más si lo hicieramos en la rama de un árbol como nuestros ancestros. Por eso nuestro cerebro esta capacitado para inducir al resto del cuerpo a ese estado muscular.


La parálisis del sueño, en su otro sentido, magistralmente reflejado en el cuadro de Füssli, como variación de la parálisis normal sería como sigue: el individuo está inmerso en una fase no-profunda del sueño, de modo que puede haber cierta consciencia y puede recordar más tarde lo que se ha soñado; como cualquier otro, se encuentra paralizado. Puede darse el caso- al cincuenta por ciento de los sujetos normales, al menos una vez en la vida- que esa parálisis se alargue más de los estrictamente necesario. De modo que el sujeto ha vuelto a la consciencia, en mayor o menor medida, y, sin embargo, sigue totalmente paralizado. Suena un poco a "Cuarto milenio", pero no tiene nada de sobrenatural, aunque no se conozca la causa exacta (drogas, hábitos alimenticios, estrés), ni siquiera se trata de una enfermedad aunque, en ocasiones, forme parte del cuadro de algún trastorno del sueño. Lo que no entiendo es por qué no se le da otro nombre, por ejemplo, "parálisis del sueño extendida", para no confundirla con aquella otra en la que el individuo no está consciente.


"Sí, sí, algo totalmente natural, pero qué mal se pasa en este trance". Esta suele ser la frase habitual de quienes lo padecen, no esporádicamente, sino con gran asiduidad. En mi caso, si duermo la siesta por la tarde tengo el ochenta por ciento de posibilidades de que me pase.  No quiero extenderme narrando las distintas modalidades del trance, pues lo cierto es que he pasado por todas: desde la simple parálisis acompañada de un peso en el pecho (de ahí, según me parece haber leído en algún sitio, vendría la palabra "pesadilla") que parece impedirnos la respiración hasta llegar a un grado de angustia verdaderamente insoportable, hasta alucinaciones de todo tipo: ruidos chirriantes, voces, presencias, etc. Lo peor es cuando los ojos se han quedado un poco abiertos y hay un poco de luz en la habitación. En ese caso, percibimos casi a la perfección y desde variables perspectivas lo que veríamos si estuviéramos totalmente despiertos y sin la parálisis. Y hasta puede darse el caso de que alguien (un espectro, un familiar, un animal) entre a la habitación y nos hable o nos toque. Algo que sentimos, no como una pesadilla o ensueño común, sino siendo totalmente conscientes de que estamos despiertos y sabemos dónde estamos. Es por esto que a casi nadie le gusta la experiencia, porque, hasta cuando tiene un carácter sexual puede acabar de modo terrorífico.  Gustosamente les describiré en otra entrega alguna de las más impactantes parálisis que he sufrido. Por lo demás, me remito al artículo de wikipedia y a los muchos foros que existen sobre la cuestión.


El cuadro de Füssli- del que no sabríamos si decir que es clasicista, romántico, neo-manierista o todo al mismo tiempo, y del que pintor realizara varias versiones- refleja a una mujer en una difícil y poco común posición para el sueño. Probablemente, el pintor, más que reflejar cómo está dispuesto el cuerpo de la mujer en el momento en que ésta duerme, nos está indicando cómo cree ella, desde el trance, que está posicionada en ese momento, porque, por experiencia propia, sé que a veces da la impresión de que, verdaderamente, estamos en una posición que dificulta la respiración, sin que sea así necesariamente. El íncubo está sentado en el estómago- a mí así nunca me ha pasado, pero sí se me ha dado el caso de que esté justo a mi lado hablando en un lenguaje incomprensible. Una yegua un tanto demoniaca se sitúa en un segundo plano, no sé exactamente con qué propósito- nightmare, que es pesadilla en inglés, equivale a yegua de la noche. Hay explicaciones del cuadro que obvian la cuestión de la parálisis del sueño, refieriéndose a una temática demoniaca muy al uso en la época. En mi opinión, el cuadro refleja a la perfección el trance del que nos ocupamos, y que probablemente el artista lo padeció. Lo que no obsta a que él le diera un significado menos científico (puesto que fue pintado en el siglo XVIII) y más próximo a las explicaciones supersiticiosas que, a la sazón, se dan, de diferentes maneras, en todos los rincones del planeta, quedando reflejadas en los respectivos folclores. 


Dulces sueños.