A Yanina y Juanmi
Mientras oigo las frenéticas, casi espasmódicas notas- en una suerte de ataque contra nuestro cerebro- del III movimiento del Concierto para violín de Sibelius, no puedo dejar de recordar a estos dos amigos con los que he tenido el placer de convivir unos meses porque con ellos dos tuve la oportunidad de escuchar en directo ese mismo concierto, allá por mayo, con la Orquesta Nacional de Escocia y una solista italiana que, si bien no llegaba a la maestría del excepcional Oistrakh, supo afrontar el tremendo reto al que tan delicadamente se enfrentaba.
Aparte de las partes melancólicas de este violento scherzo, la complejidad del movimiento nos hace caminar hacia el absoluto musical, y es ahí donde precisamente cobra verdadero sentido dicha melancolía- que se da ante lo absoluto, sólo a veces poblado de amor y/o muerte. Mis dos camaradas captarán el mensaje de que lo que ha de quedar es sólo el asombro ante la simple observación del hecho bello en sí. Esa es nuestra modesta lucha, de ella somos prosélitos.
Todos podemos caer en el uso “sentimental” de la música, en el que ésta solo sirve para crear un hilo conductor de los propios recuerdos, y así dar un sentido a nuestra vida. Y, en tal caso, nadie ha caído mejor que nosotros, en estos meses, en ese laberinto de pasión, sustancias y música popular en lenguaje popular- momentos de verdadero ardor de cuya brevedad, precisamente, depende su bondad. Porque lo único que puede tener bueno esa música es que pueda ser cantada o pueda ser bailada en un buen kilombo.
Pero más allá de todo esto, más allá de toda consideración está, o solo hay sitio para … Mozart y todo lo que de allí viene, en dirección a ese absoluto musical, hasta, por ejemplo, el maestro Sibelius. Pues viene de la perfección, probablemente la única que, en el saldo de la invención y el progreso humano, es infinitamente buena, infinitamente verdadera, infinitamente bella.
No quisiera extenderme más, esto sólo es una pequeña postal telemático-musical que os mando a los dos, o a cada uno de vosotros dos, ya por separado. Especialmente a Yanina, a quien echamos por aquí de menos y que está demasiado lejos como para quedar con ella a tomar café. > Disfrutemos pues de esta grabación histórica de Oistrakh que además es gratis.<<<